En la cima de la más alta montaña de la cordillera más
impresionante del mundo, vivían una pareja de dragones. Su nido se encontraba
sobre la un roquedo inmenso, y estaban incubando tres huevos gigantescos. Ambos
estaban impacientes pues ya llevaban mucho tiempo al cuidado de los huevos. A
todas horas los vigilaban, los mimaban y les daban calor. Y así iban pasando
los días, hasta que una mañana escucharon algo dentro del nido. Uno de los
huevos se estaba rompiendo, lentamente, poco a poco. El instante se hizo eterno
hasta que vieron asomar una cabecita desde dentro de la cáscara del huevo, una
pequeña cabeza de color…..ROOOJO!!!. Rojo como el tomate. Al salir del cascarón
los papás observaron al retoño, era rooooojo como el tomate, tenía el cuello
laaaaargo, dos graciosas alas sobre su espalda, las piernas fueeeertes y su
piel duuuuuuura como el acero y llena de escamas. Los orgullosos papás lo
cogieron en brazos y le dieron unas palmaditas en la espalda lo que provocó que
el pequeño tosiera, y de su boca salió una bocanada de fuego. Bravo!!! Gritaron
los orgullosos papás, tenemos un dragón roooooojo como el tomate.
Al día siguiente volvieron a escuchar el mismo sonido en el
nido, otro huevo se rompía desde dentro. Siguieron muy atentos y vieron
aparecer una cabecita de color…..AMAAAARILLOOOO!!!! Amarillo como el Sol. Al
salir del cascarón lo observaron , era amaaaaariloooo como el Sol, tenía el
cuello laaaaargo, dos graciosas alas sobre su espalda, las piernas fueeeertes y
su piel duuuuuuura como el acero y llena de escamas. Los orgullosos papás lo
cogieron en brazos y le dieron unas palmaditas en la espalda lo que provocó que
el pequeño tosiera, y de su boca salió una bocanada de fuego. Bravo!!! Gritaron
los orgullosos papás, tenemos un roooojo como el tomate y un drangón amaaaarillooooo
como el Sol.
Y al día siguiente pasó lo mismo con el último cascarón que
quedaba. Observaron como aparecía una cabecita de color….VEEEERDE!!!! verde
como las hojas. Cuando lo observaron entero vieron que efectivamente era verde
como las hojas, si cabeza pequeña y su cuello laaaargo, pero no tenía alitas en
la espalda, eso sí sus piernas eran muy fuertes, pero su piel no estaba llena
de escamas y no era durrrrrra como la de sus hermanos. Los papás lo cogieron en
alto y le dieron una palmadita en la espalda, el dragón tosió, pero no salió
fuego de su garganta….Bravo!!! Gritaron los orgullosos papás, tenemos un dragón
rooooojo como el tomate, un dragón amaaarilloooo como el Sol y un dragón
veeeeerde….y ronco.
El pequeño dragón ronco creció como uno mas en una familia
feliz, siempre jugando con sus hermanos, aunque más de una vez salía escaldado
de sus juegos. Y así pasaron los años felices de su infancia. Pero llegó el día
en que los tres hermanos se hicieron mayores y los padres les enseñaron a volar
y a comportarse como dragones. Ese día nuestro amigo se dio cuenta de que era
muy diferente a sus hermanos, él no podía volar ni escupir fuego, jamás sería
un dragón como los demás, él era diferente.
Vio durante un tiempo como sus hermanos jugaban en el cielo,
como cazaban y muchas mas cosas que él no podía hacer. Se fue en busca de sus
padres y les explicó lo que acababa de descubrir, los padres apenados le
dijeron que ellos ya lo sabían pero que siempre lo habían tratado como a uno más.
Entonces el dragón ronco tomó una decisión que comunicó a sus padres, “me voy
padres, me voy en busca de otros como yo, tiene que haber mas dragones roncos
por el mundo y yo los encontraré”, y los padres que lo querían como a sus
hermanos lo entendieron y lo dejaron partir en busca de su felicidad.
Y así bajo de la montaña, camino muchos días sólo, y se
adentró en una selva, y allí vió muchos animales y busco entre todos ellos a
algún dragón ronco. De todos los animales de la selva había uno del que se hizo
muy amigo, era fuerte, tenía melena larga, y lo llamaban el rey de la selva….era
un LEEEEÓN!!!. Pero un día el dragón ronco le dijo al león, “ha sido un placer
conocerte, y me encanta jugar contigo, y que seas mi amigo, pero tengo que
seguir buscando a los de mi especie”. “no te preocupes “ contestó el león y
continuó “, cuando se termine la selva te encontrarás con la sabana, allí me
han contado que viven unos animales muy altos con un cuello muy laaaaargo,
quizá sean de tu especie.”
Y nuestro protagonista caminó y caminó hasta que la selva se
terminó, y comenzó un paisaje lleno de praderas de hierba alta con algunos
pequeños bosquecillos de altos árboles, y junto a estos árboles unos animales
muy curiosos. Eran altos, muy altos. Tenían la cabeza pequeñita como él y el cuello
muy laaaaargo. Se parecían mucho a él, pero sus patas eran finitas y muy
débiles no como las suyas que eran tan fuertes. Y la piel era débil y llena de
manchas de colores. No eran dragones
roncos. Aun así se hizo amigo de estos animales que se llamaban…..JIRAFAAAS!!!!.
Hablando con ellas les dijo que eran muy débiles y livianas para ser dragones
roncos, a lo que ellas contestaron que habían oído hablar de un animal gigante
muy grande y pesado que vivía en el mar.” El mar?” preguntó nuestro amigo que jamás
había oído hablar de él. “si en el mar” gritaron las jirafas, “ sigue el río
aguas abajo durante muchos días y él te llevará al mar”. Y el dragón ronco
caminó y siguió el río durante mucho tiempo hasta que llegó al mar y una vez en
su orilla se adentró en él. Y allí encontró muchos mas animales de los que se
hubiera podido imaginar, pero sólo uno muy grande y pesado, enorme con una cola
muy grande y una fuente en su lomo, y ese animal era….la BALLENA!!! Y jugó
mucho con ella y se hicieron amigos, pero había una cosa que hacía la ballena y
que él no podía hacer y era vivir y jugar debajo del agua, se sumergía y pasaba
horas debajo del mar. Fue por ello que nuestro amigo se tuvo que despedir de su
nuevo amigo para seguir buscando. “Tras las montañas existe un valle mágico con
animales muy antiguos donde quizá encuentres lo que buscas”, esas fueron las
palabras de despedida de la ballena.
Así pues el dragón volvió a ponerse en camino, nadó hasta la
orilla, remontó el río, cruzó la sabana, atravesó la selva, volvió a subir a la
montaña y luego la bajó por el otro lado, en busca del valle encantado. Y llegó
a un punto donde los árboles eran gigantes, más altos y grandes que él, los
animales eran distintos, parecidos a él, grandes, salvajes. Cuando llevaba un
rato caminando divisó unos animales grandes, de pequeñas cabezas y cuello muy
largo, caminó hacia ellos y comprobó que sus patas eran fuertes y su piel lisa
y VERDE!!!, eran como él…
Se presentó como un dragón ronco y todos se rieron, “pero si
eres como nosotros, tu no eres un dragón sino un dinosaurio”, nuestro amigo no
supo que decir…en seguida se hizo amigo de todos ellos y jugó y se divirtió
mucho. Por supuesto se quedó a vivir allí, se sentía muy a gusto, estaba claro
que era uno de ellos y fue feliz entre sus hermanos los dinosaurios. Pero de
vez en cuando levantaba la cabeza y veía en el cielo las dos sombras de sus
otros hermanos, los dragones rojo y amarillo, volando y jugando en el cielo y
se ponía algo triste y melancólico, pero solo le duraba un ratito, porque
enseguida encontraba amigos para jugar de nuevo.
Ches. (septiembre 2012: primer cuento inventado para Xoel )
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