Que extraño mundo éste en el que todos viven enfadados y
asustados, con prisas y urgencias. El trabajador por que no gana lo suficiente,
los padres por no saber educar a sus hijos, o por que estos nos les dejan
vivir, incluso los más pequeños parecen estresados.
Todo el mundo?
NO, hay un personaje que nunca está triste y que siempre
sonríe, es el SAPO INCHADO, ese cuya luz vive en nuestros corazones.
Tú lo has visto? Lo has sentido alguna vez? Has notado en tu
piel alguna vez el calor de su luz? No?
Y no conoces su historia?
Pues acércate y presta mucha atención por que te la estoy
contando.
En un profundo bosque, no mas encantado que muchos otros que
salpican el mundo, vivían toda clase de animales y árboles, siempre en
conflicto unos con otros. Peleas por la comida, peleas por los mejores árboles
para construir nidos y madrigueras, peleas por las mejores charcas para criar a
las camadas…Siempre riñendo y discutiendo.
Pero todo el mundo en el bosque era así???
No. En lo más profundo del bosque vivía un ser generoso por
naturaleza, bondadoso por gracia natural y altruista para castigo de los más
egoístas, era el SAPO INFLADO. Siempre estaba recorriendo el bosque y
escuchando a los demás. Muchos compañeros se reían de él, pues su aspecto era
un poco ridículo. Estaba gordo, no gordo sin más, sino más bien gordísimo y
cada día que pasaba lo estaba más.
Hoy se ha parado a hablar con dos ardillas que discutían por
que ambas querían el tronco de un gran pino para hacer su madriguera. Casi se
peleaban, entonces el sapo dijo- Y por que no viven las dos en el mismo árbol,
una mas arriba y otra más abajo? Es muy grande y tiene mucho sitio para las
dos. Las ardillas se miraron y sonrieron. Pues claro, en el mismo árbol, eso
sería muy bonito y divertido, ya que siempre hemos sido muy amigas. Muchas
gracias amigo sapo- dijeron las dos al unísono. Como enseguida treparon a su
árbol no pudieron observar como el sapo al escuchar las palabras de
agradecimiento hacia su persona se hinchó un poco mas, amenazando con explotar.
Siguió caminando y se encontró con el viejo roble. Que tal
viejo amigo? Le preguntó al árbol. Pues aquí viendo como se marchitan los días,
respondió el roble y añadió, pero sabes que es lo que mas me fastidia de este
bosque? Que ahora que me gusta una hermosa higuera que está al otro lado del
arroyo y que desde aquí diviso, no consigo nunca acercarme y mis ramas no
llegan a rozar las suyas. El roble estaba muy triste y apesadumbrado. Y por que
no le dices a ella lo que sientes? Porque soy muy tímido y un cobarde,
sentenció el árbol. Pues escríbeselo, sugirió nuestro amigo, yo se lo llevaré y
se lo leeré, dijo sonriendo. Vamos amigo atrévete, el que no arriesga corazón y motivación, nunca llegará
al amor. Y el roble escribió las más bonitas palabras de amor que se oirían
nunca en aquel bosque. Y así el sapo pudo llevarle la carta a la higuera y se la leyó. Tan bonitas eran
aquellas palabras escritas, y tan alto y dulce el tono de voz del sapo, que la
higuera cayó enamorada antes de la primera estrofa. Alargó la higuera sus ramas
e inclinó su tronco en dirección al roble y éste hizo lo propio en dirección a
ella. Sus ramas se entrelazaron en un gesto de amor eterno y jamás se volvieron
a ver separadas. Mil gracias viejo amigo, cuando lo necesites sabes que aquí
tienes un amigo que te estará eternamente agradecido. El sapo una vez más se hinchó,
esta vez ante los ojos del viejo árbol, ahora convertido en roble-higuera. Su
cuerpo amenazó con reventar y saltar por los aires, e incluso sus patitas
llegaron a elevarse apenas unos centímetros del suelo por un breve instante.
Pero el sapo no se preocupó y siguió su camino, con su
tranquilo deambular por el bosque. Y se encontró con la tortuga que estaba
triste y agobiada. A donde vas con tan mala cara y tan deprisa? Le preguntó. Ha
excavar un agujero y meter la cabeza dentro. Esa respuesta tan exagerada y
malhumorada fue la que le dio la tortuga al sapo. Pero porqué estás de tan mal
humor? Que porque estoy de tan mal humor? Aun te lo preguntas? Es que no ves la
cruz que llevo a todas partes? Y dijo
señalándose con una patita encima de ella, la concha. Es un estorbo
me pesa y es incómoda, no me permite llegar a tiempo nunca, siempre soy la
última en llegar a todos los sitios, me cansa mucho, te parece poco motivo para
estar cabreada y enfadada?
Pero no has pensado en las ventajas que tienes por todo
ello? La respuesta del sapo sorprendió y contrarió a partes iguales a la
tortuga.
Si eres lenta eso te ofrece libertad, mientras que los demás
van de un sitio a otro sin apreciar el camino ensimismados en llegar rápido y
siempre con prisas, tu puedes observar todo lo que te rodea, deleitarte con el
paisaje y las escenas cotidianas recreándote en tus paseos. Además tú llevas tu
casa a cuestas, sí, es un peso, pero es una comodidad y un seguro. Otros se
encuentran inseguros en el camino no sin razón, tú viajas con la posibilidad de
parar a dormir donde quieras con total seguridad. Así pues el viaje para ti
debe ser un disfrute en sí mismo, lo que para los demás es una obligación para
ti es una forma de vivir y apreciar la vida. Si consigues convencerte de esto y
disfrutarlo, no será ningún problema ser el último en llegar pues serás siempre
muy esperado.
Pues sabes que tienes toda la razón? Dijo la tortuga
emocionada y levantando los ojos para ver las estrellas y la luna. Y le dio un beso a
su amigo. Un beso lleno de agradecimiento y profundo cariño. El sapo se volvió
a inflar un poquitín, quizá esta vez demasiado. Esta vez estaba ya tan inflado
que el beso actuó como gota que colma el vaso y hace rebosar el agua que
contiene. Nadie lo había advertido pero el sapo se alimentaba de cariño y amor,
y estos se quedaban dentro de él y lo inflaban amenazando con explotar para
salirse de su cuerpo.
Esta vez si se elevó en el aire y subió y subió, hasta la
altura de los árboles que rodeaban el claro del bosque en que se encontraba. Su
cuerpo cada vez si hizo mas transparente y dejó ver su interior a todos los que
llegaban asustados a observar. Una potente luz blanca, limpia, se escapaba por
todos los poros de su piel. Todos observaban boquiabiertos la escena,
asustados, temerosos por su amigo, hasta que al final se desintegró y una bola
de luz estalló y se repartió en todas las direcciones dejándolos a ciegas por
unos instantes.
Cuando regresó la calma y la noche, la tristeza que debería
llenar todas las almas de los allí presentes no hizo acto de presencia y en su
lugar se instaló en todos una alegría y una paz que nunca volvió a faltar en el
bosque, pues la luz blanca vivió para siempre en sus corazones.
Y esta es la sencilla historia del sapo inflado, que en
realidad estaba lleno de felicidad, la cual se materializaba en una luz blanca
limpia y cálida que a todos guiaba y ayudaba.
Puedes ver tu luz blanca?
La notas en tu corazón?
ches. ( para Xoel, para que tu corazón albergue siempre esa inocencia y esa fuerza )
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